La importancia de saber dejar las cosas ir
Llevo unos días analizando a los que me rodean -y en gran parte a mi misma- y veo lo imposible que les resulta a algunas personas el “dejar las cosas ir”. Es normal el aferrarse a otras personas, situaciones, relaciones y sentimientos. Es lo que todos buscamos: algo o alguien que nos llene y nos haga felices. Pero, ¿hasta qué punto tiene que llegar una persona en una situación para darse cuenta de que a veces, por mas que crea que le llena, en el fondo se está vaciando por dentro? ¿Por qué la gente elige ese nudo en el estómago y ese malestar general por encima de sí mismos y de simplemente estar bien?.
Es parte del comportamiento humano la necesidad de aferrarse a algo o a alguien, y no cabe duda que dejar determinadas cosas ir es algo difícil. Es duro dejar algo atrás, sobre todo cuando sientes que no lo has disfrutado todo lo que podías o que no tienes todas las respuestas para cerrarlo, pero es que no siempre hay que conseguirlas, a veces sólo basta que te des a ti mismo una única solución, y es simplemente saber decir esa palabra que nos cuesta tanto, y esa palabra es adiós.
El decir adiós nos aterra. Nos aterra cerrar las cosas, nos horroriza elegirnos a nosotros mismos, nos da pánico hacer lo que sabemos que tenemos que hacer. Tomar esa decisión no está exenta de dolor ni de dificultades. Y por tomar la decisión no me refiero a estar consciente de lo que es mejor para uno mismo sino de llevarlo a cabo. Pero cuando por fin pasas a la acción, descubres cosas de ti mismo que no sabías que estaban ahí. Descubres que eres fuerte, que eres más racional de lo que pensabas y que estás listo para afrontar de mejor manera lo que está por venir. Descubres que puedes lidiar con tus propios sentimientos y afrontarlos sabiendo que no son del todo irracionales. Porque siempre hay una parte de tus sentimientos y de las situaciones en las que te encuentras que eliges tu mismo que ahora sabes reconocer y decir: “hasta aquí he llegado, no pienso continuar“. Y ya cuando lo reconoces, siempre sabrás que esa sensación de alivio está en ti mismo y el no tenerla es sólo decisión tuya.
Ya por último, lo otro que no sabes es que con cada adiós que das, estás abriéndote las puertas para un nuevo “hola”. Hola a la incertidumbre, al nerviosismo de esperar algo mejor, hola a ti mismo, al que tanto habías dejado que se perdiera.
Vía | Texto cedido por la autora
Imagen | dejarlascosas, adiós
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